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Juan Ávalos nació en Buenos Aires, es el sexto de siete hermanos y tiene 31 años. Familiero, hincha de Boca y con una clara vocación de ayuda, hoy se desempeña como responsable de Finanzas y Recursos Humanos en Médicos Sin Fronteras. El viernes pasado, como cierre de las actividades virtuales del primer cuatrimestre, brindó una charla para la comunidad educativa de INA.

Juan es Licenciado en Administración de Empresas y encontró en esta organización la posibilidad de alinear su vocación con su profesión. “Conocí MSF en 2008, mientras hacía un trabajo práctico para la facultad. En ese momento tenía 19 años y cuando quise aplicar me encontré con que solo aceptaban gente con estudios universitarios terminados. Así que cerré la página, terminé el trabajo y mi vida siguió”.

En los años posteriores terminó su carrera y ganó experiencia laboral, lo que le permitió volver a pensar en la idea de sumarse a la ONG. Pero para hacerlo aún le faltaba cumplir un requisito: hablar francés. “Las misiones más importantes están en África, por eso es condición necesaria hablar bien el idioma”. En marzo de 2018 empezó a ir a una profesora particular y en octubre, finalmente, tuvo su primera entrevista.

Fue un proceso largo que implicó varias instancias presenciales y online, en las que evaluaron sus capacidades técnicas y su conocimiento del inglés y del francés. En enero de 2019 le dieron la noticia de que había sido seleccionado. Primero debió pasar por dos semanas de formación en Barcelona y antes de regresar la asignaron su primera misión en Yemen, un país bicontinental situado en Oriente Próximo y en África que se encuentra en guerra civil. Allí estuvo ocho meses.

“Como responsable de Finanzas me ocupaba de administrar el presupuesto y asegurarme de que tuviésemos los remedios, vacunas e insumos necesarios para poder actuar; y como responsable de Recursos Humanos mi tarea era llevar a cabo los procesos de reclutamiento, gestionar al equipo y promover un buen clima laboral”.

De Yemen se fue a Bukavu, una ciudad de la República Democrática del Congo, donde se encuentra viviendo desde hace un mes. La misión allí consiste en atender a refugiados con cólera, sarampión y desnutrición, y dar soporte a médicos que están atendiendo a personas con COVID-19.

A lo largo de esta experiencia Juan tuvo la posibilidad de trabajar con personas de todo el mundo y de culturas muy diversas. Y aunque en su caso esa vocación de servicio le permitió recorrer el mundo, reconoció que para ayudar a los demás no hace falta irse a Calcuta. “Cada uno puede encontrar su propio Calcuta”.

Con esta charla cerramos la agenda virtual de la primera mitad del 2020, un año que seguramente quedará marcado por la labor de miles de médicos que están trabajando sin descanso, más acá o más allá de la frontera.